domingo, 11 de marzo de 2012

Manifestación

El mundo se esta cayendo a pedazos, nuestra generación está asistiendo a uno de los mayores desastres de la historia de la humanidad y aun teniéndolo delante de los ojos, la mayoría permanecen impávidos e inamovibles en su burbuja de fingida opulencia.

Esta mañana, bajo mi habitación, el "pueblo" ha intentado hacerse oír a través de una de tantas manifestaciones que últimamente se desarrollan en nuestra ciudad. Música estruendosamente alta, gritos enfurecidos de algunos ciudadanos pidiendo que la situación en la que estamos, la llamada "crisis del siglo XXI" desaparezca, centrándose sus quejas en la abolición de la "inadmisible" reforma laboral.
Todos defienden indignadísimos sus derechos, esos que les han proporcionado, de una forma casi gratuita, bastantes años de comodidad, irreal con la verdadera situación económica país.
Hemos pasado felices años de prosperidad que nos han llevado a desarrollar un insano e innecesario consumismo que, claro está, no podíamos seguir manteniendo por mucho tiempo. Y ¿ahora que el sistema no puede seguir alimentando nuestra sed de gastar qué? Pues salimos a la calle creyéndonos con derecho a reclamar a voz en grito, unos derecho que más del 30 % de la población no se merecían. Y para justificar esta última frase, basta con recodar un la creación injusta y desmedida de puestos de trabajo innecesarios, con el propósito de que el hijo de tal y el vecino del 5º del cual pudieran comprarse un adosado a las afueras, con piscina, sauna y gimnasio incorporado.

Pero ahora las cosas se ponen "chungas" porque, como de costumbre, las acciones si base real no se pueden mantener por mucho tiempo y como siempre acaban pagando los mismos; los obreros, aunque ahora por obreros, también se entienda aquellos de clase media que su puesto de trabajo consiste en sentarse en una silla delante del ordenador y levantándose cada 20 minutos a por un café.
Creemos estar revolviéndonos y manifestándonos por el bien de todos, por la mejora de las condiciones laborales y en conclusión por el bien estar de todos, pero habría que ver cuantos de esos ciudadanos que manifiestan a diestra y siniestra su queja hacia el sistema, están haciéndolo por el bien de todos y no por su propio bien. Y sobre todo habría que ver, cuantos de ellos, hacen en su día a día lo posible para que esta situación mejore por ejemplo: siendo más eficaces en su trabajo, facilitando las relaciones laborales con iguales, superiores e inferiores, siendo honestos con la recompensa adjudicada al  desempeño de su trabajo y si se puede, siendo coherentes con un estilo de vida que reclaman constantemente de igualdad, tolerancia y demás.

No pretendo con estas líneas, criticar el noble y constitucional acto de manifestarse para reclamar mejoras o situaciones inadmisibles, sino, animar a todos aquellos que lo hacen, a poner los medios en su día a día, pues de todos es sabido que las voces de muchos no las quieren oír ni las oyen los oídos de esos pocos que manejan este circo.

Salgamos a la calle a manifestarnos, si, pero manifestémonos también en nuestros trabajos, en nuestras vidas, en definitiva, mantengamos viva la coherencia interna de nuestras peticiones, y tomemos las riendas de nuestras acciones, porque al fin y al cabo:
El cambio es RESPONSABILIDAD DE TODOS.

sábado, 10 de marzo de 2012

Mi hogar

Deseos bañados en luz de luna, sumergidos en la locura y el delirio; nuestro dulce delirio. 
Pasión ardiente y desenfrenada en la que se funden dos cuerpos formando una sola piel. 
Acariciar hasta la más profunda de las intimidades que asola un corazón ahora compartido.
El viento azota nuestra casa temporal, dos ojos se miran mientras un impulso guía unas manos que buscan un camino entre la ropa. 
Esa sonrisa juguetona que tanto echaba de menos se asoma decidida a darme todo, dando paso al comienzo de esa lucha cuerpo a cuerpo en nombre del placer. Esa lucha que, a todas horas, se mantiene encendida, inadvertida para el mundo. 
Desearte, desear que me desees, volar tan lejos como el reloj nos permita...
Y saber que esto es tan real como las lágrimas de plenitud, de felicidad que ahora resbalan por uno de tus dedos, esas que no dudas en besar, en hacerlas tuyas aun sabiendo que aun antes de nacer ya lo eran. 
Estar contigo es estar en casa, es sentirme bien, saber que te sientes bien, es encontrar mi hogar en cualquier lugar en el que estemos juntos. 

jueves, 23 de febrero de 2012

Mi generación

Hablo y mis palabras descansan en el vacío de un mundo sordo para  las verdades.
La sociedad tiene prisa, corren sin mirar a su alrededor; corren al comer, corren al leer, corren cuando paseas, corren durante el sueño...

Este siglo ha dado lugar a millones de innovaciones que facilitan la vida al ser humano, cosas con las que nuestros abuelos, jamás podrían haber soñado. Pero, como de la nada, se han ido formando sentimientos contradictorios en el intento desesperado de adaptar nuestra menta al ritmo del proceso, entre ellos el más importante ha sido el estrés, el cual se ha convertido en la peste de nuestro siglo.

El estrés ha bloqueado las ardientes iniciativas que la generación de los 60 los "hijos de la paz" traían debajo del brazo al nacer, convirtiéndolas en  aire y diluyéndolas en el ambiente caldeado en el que hoy vivimos.
Pero lo peor, no es lo que ha pasado con esos revolucionarios que se dejaban el pellejo por defender la libertad, lo peor viene cuando miramos las generaciones más recientes que van poblando la tierra.

Si tenemos que ponerles un nombre  a estas nuevas generaciones, quizás el más correcto sea el de "hijo de la televisión". Esta generación parece inmune al estrés de sus progenitores, viven en medio del caos, creando caos, alimentándose del caos, pero sin ser conscientes de su existencia. Pero estos son solo un aviso de la siguiente generación; "los hijos de las redes sociales" aquellos que viven inmersos en un  mundo ficticio, aunque a mucho niveles cabría preguntarse si no harán de ese mundo virtual, algo más real que la propia realidad. Ellos son capaces de enterarse de todo, de saber todo, incluso ates de que hubiera pasado, pero en les falta acción, les falta aquello que les sobraba a sus padres o casi abuelos.

Cabría plantearse, que habría sido de aquellos hijos de la paz, si hubieran tenido las posibilidades que hoy en día ofrecen las nuevas tecnologías. ¿Habrían seguido siendo como son? o ¿habrían acabado como las actuales generaciones?

Hoy en día, aun quedan algunos híbridos que albergan en su interior las posibilidades de todas las generaciones, hay quien los llama "azules" Ellos tienen la posibilidad de cambiar muchas cosas.
Siempre que haya una mano que los deje hacer.